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domingo, 22 de julio de 2007

La idea


Murillo


La idea para Espectros surgió cuando leía un libro sobre la cultura asiática llamada, Los fantasmas de la China y del Japón. En él había varias historias y leyendas sobre fantasmas. A medida que pasaba las hojas encontré una leyenda en específico que me llamó la atención, procedía del Japón y provenía desde los tiempos antiguos de ese país, tiempos en las cuales los guerreros samurais subsistían a tal grado que a esa época medieval se le llamó La era del país en guerra.

La leyenda, sobre un tipo de fantasma en específico, me afectó tanto que a medida que avanzaba en la lectura mentalmente estaba haciendo la adaptación a cine. Nunca antes había encontrado ninguna narración en ninguna cultura, ni mexicana, ni europea, ni de ninguna clase sobre ello. Por lo que al terminar el libro precedí a leer otro libro de mi biblioteca llamado Cine fantástico y de terror japonés. La importancia fílmica de ese libro es que hace un listado de las películas más importantes del género desde el año 1899 hasta el 2001, por lo que ahí podía encontrara alguna referencia cinematográfica sobre ese tipo de fantasma. Para mi sorpresa en las miles de películas sobre el género no hallé ni una sola que hablara sobre ese fantasma, por lo que me dispuse, ese mismo día, a adaptar en papel lo que había adaptado mentalmente.

Tomé a los personajes protagónicos, agregué otros más para darle más fuerza a la historia, le puse un antecedente terrorífico a aquellos que creaban la narración y los ubiqué en una hacienda entre la ciudad de Santa Clara del cobre y Zirahuén en el estado de Michoacán, a pocos minutos de Pátzcuaro, tierra muy conocida en México por las festividades del día de muertos.

Después de algunas penurias por realizar la producción conocí a varios muchachos, los cuales también tenía deseos de hacer cine y estaban en una situación similar de no poder hacer cine con grandes productoras por falta de contactos o familiares. Así que decidimos hacerla entre nosotros. Les hablé del poco presupuesto, de las condiciones ínfimas de trabajo, pero de las muchas ganas de hacerla y de la originalidad del tipo de fantasma que en él se mencionaba.

Todos accedieron por diversas razones, y una de ellas fue el agrado hacia la historia. Sin embargo algunas personas hicieron un comentario, que para ellos resultó obligado y creo que cuando la película salga al público, no faltara quien lo mencione.

—¿Por qué un fantasma japonés? —expresaron—en México hay muchas leyendas de fantasma que bien se podían adaptar.

Y es verdad, en México tenemos cientos, miles de leyendas fantasmales: espectros como la llorona, la cosida, la quemada, el charro negro, el fantasma de combustión interna, hasta la niña de la casa del dire, empero lo importante para mí, en ese proyecto en concreto, no fue tomar una historia más de fantasmas y hacerla en cine, sino referir un tipo específico de aparición. Y es que, si bien cuando empecé a escribir el guión ya tenía en mente la historia, sí quise, como escritor mexicano, ver si podía darle alguna referencia nacional al tema. Leí información y pregunté a gente más sabia sobre la cultura mexicana sobre leyendas fantasmales. Andaba buscando ese tipo de aparecido en específico, no una historia, era ya la tenía. Resultó que desde las historias de los pre-hispánicos hasta la actualidad, por mucho que critiquen la adaptación de Espectros, no existen variantes nacionales de ese fantasma. Y de hecho no encontré ninguna en las demás culturas, única y exclusivamente en la japonesa, por lo que mantuve la referencia nipona en ello. Lo más cercano que hallé es el llamado Nahual sin embargo tenemos una idea tan diferente de lo que es un Nahual que más que ayudar a la historia confundiría al público, porque ni siquiera un Nahual es un espectro en específico como lo es el mencionado en la película.

Ahora bien, ya una vez creado el guión quise darle una sensación de miedo a la película. Espectros sería una película de miedo, no de sustos como estamos acostumbrados a ver en México, procedente en su mayoría de EEUU. Para hacerlo de esa forma me inspiré, una vez más, en referencias asiáticas. Puesto que la base literaria son Los fantasmas de la China y del Japón, consideré importante referirme a ellos como homenaje cinematográfico. Esto es, Espectros tiene más similitud a cintas japonesas que a americanas –y con esto me refiero a América como continente, no como país estadounidense-: cintas ahora famosas como la serie de cuatro cintas y serie de televisión de Ringu de Koji Suzuki; la saga de cuatro películas de Ju-on de Takashi Shimizu; Kairo y Kourei de Kiyoshi Kurosawa; Llamada perdida de Takashi Miike; hasta El Ojo de los hermanos Pang, pasando por Rashomon de Akira Kurosawa, Kwaidan (1964) de Masaki Kobayashi, o Kuroneko (1968) de Kaneto Shindou, ambas cintas clásicas de terror japonés desde la segunda mitad del siglo pasado.

Y esto es por esa víctima-victimización del papel de la mujer como entidad fantasmal. Por referirme a algo: en Espectros, Alejandra no es el fantasma de la historia por casualidad, sino es por ese homenaje o mirada nipón hacia los espectros: es más clásico y usado un fantasma femenino en Japón que cualquier otro personaje. En las cintas ya mencionadas no hay un solo fantasma masculino (salvo por un niño con rasgos femeninos en Ju-on), no es parte de la costumbre nipona. Siempre es la mujer la que tiene la fuerza suficiente para generar una “entidad” malvada que prevalezca sobre el tiempo.

Por la misma razón deseé usar y mostrar ese tipo de “miedo” japonés. Esto es: en las cintas de occidente las cintas de fantasmas se basan en los “sustos cinematográficos” para crear el miedo. Música o sonido muy alto creados para dar saltos al espectador. Impactos con maquillaje espectacular. Usos de los efectos visuales para desarrollar imágenes más “espeluznantes”. En cambio, en el cine asiático, se basan más en el miedo que en los saltos. Lo que da temor al espectador no es que le toquen el hombro con un grito (una muerte generada de golpe) sino ver que están a punto de tocarle el hombro (matarlo) y no poder hacer nada para evitarlo. Ver cómo se acerca cada vez más el victimario y no poder defenderse ante ello y morir aterrado, no sólo asustado.

Ya puesto todo en orden, guión e inspiración, así como lenguaje cinematográfico, me dispuse, junto con el equipo de producción a realizar la película.

Actualmente, salvo por la desesperación de ya verla terminada con los pocos recursos y apoyos que hemos contado, estamos gustosos por el proceso realizado y por la experiencia vivida. Trabajaríamos de nuevo como grupo y tenemos la esperanza que las cosas cambien en el país y se le dé oportunidad al cine independiente de existir.